lunes, 21 de julio de 2008

Imre Kertesz


Hace unos meses leí, por recomendación de media humanidad, "El niño con el pijama a rayas" de John Boyne. Aviso: el que no quiera saber de qué va el libro de marras, que deje de leer. Esto es lo primero que me pareció increíble. No sé exactamente qué se gana con no saber de qué va, si se intuye desde la página 2. Pero en fin, supongo que serán cuestiones del marketing o vaya Vd. a saber. Trata la historia de un niño de 9 años, Bruno, que a mí me pareció que estaba un pelín "empanado" por decirlo suavemente (tengo dos hijos más pequeños, y no les veo así de inocentes). El susodicho es hijo de un comandante nazi que va a dirigir el campo de concentración de Auschwitz. Bruno no sabe qué es un campo de concentración, ni por qué toda la gente del otro lado de la valla llevan el mismo pijama. En fin, como el niño se aburre como una ostra, se dedica a explorar a lo largo de la valla, hasta que se encuentra con un niño judío de su misma edad. No contaré más. No me emocionó, aunque para entretenerte un rato no está mal. Lo que más gustó fue el final. Se tarda poco en leer y me parece lectura obligatoria en la E.S.O.

Todo esto viene a colación para explicar cómo llegué a descubrir a Imre Kertész, Premio Nobel de Literatura en el 2002. Cuando terminé el libro del John Boyne me quedé con un sabor amargo y con ganas de leer más, pero sobre todo mejor literatura, relacionada con esta época tan trágica. Buscando en Internet, ví que había más personas con la misma desazón y uno de ellos recomendaba la lectura de "Sin destino" de Imre Kertész. Este autor nació en Budapest en 1929 y fue deportado en 1944 a Auschwitz y Buchenwald. No sólo no me defraudó sino que me he comprado otra novela del mismo autor, "Fiasco", parte de la trilogía dedicada a la "ausencia de destino". Me parece magistral la forma de contar cómo el protagonista, György Köves, un adolescente judío que vive en Budapest se ve inmerso en unas circunstancias para las que nadie está preparado y menos con 15 años, a esa sinrazón que fueron los campos de trabajo y exterminio. Este libro no es autobiográfico pero se debe acercar bastante a la realidad desgarradora que vivió el autor. Sin embargo, quizás lo que me pareció más interesante es que este autor consigue describir estas terribles vivencias sin buscar sentimentalismos ni la lágrima fácil, aunque sea durísimo lo que cuenta. Sencillamente, entiendo el por qué del Nobel.

jueves, 10 de julio de 2008

Alemania I- Verano 2006

Valle del Mosela y del Rhin - Heidelberg
Voy a empezar por el verano que nos fuimos a Alemania para poder ayudar a mi amiga Maribel. Espero que le sirva de ayuda y que disfrute tanto con su familia como lo hicimos nosotros.

El viaje lo hicimos en avión desde Madrid a Frankfurt y coche de alquiler. Estuvimos doce días e hicimos varias escalas terminando en el mismo punto de partida. No vimos la ciudad de Frankfurt, ya que nos dirigimos directamente a nuestro primer destino.

Primera parada: Lahnstein, cerca de Koblenz. Desde allí pudimos recorrer los valles del Rhin y del Mosela (land de Renania- Palatinado).
Comenzamos por el valle del Mosela. La carretera discurre a pocos metros del río y el paisaje enamora por sus bosques frondosos, sus viñedos a lo largo de todo el valle y sus pueblos pintorescos, coronados por fabulosos castillos, como el "Burg Eltz",de propiedad privada y cuya visita (guiada por un curioso personaje con la cara del futbolista Stielike) es obligada. Comemos en el mismo castillo, en una terraza con unas vistas estupendas y a un módico precio, a base de brattwurst mit kartoffen salat (o sea, salchicha con ensalada de patata). Seguimos camino hasta Cochem que bien merece un buen paseo. Allí cogemos un barco que hace un minicrucero por el Mosela (3 horas en total). La travesía discurre tranquila y nos permite tomar un café a bordo y contemplar el paisaje. Al día siguiente, continuamos viaje hacia Heidelberg, haciendo un pequeño desvío para recorrer el valle del Rhin.

El paisaje del histórico Rhin es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La carretera, al igual que en el Mosela, discurre paralela al río. No hay puentes, pero sí ferries que ayudan a los coches a cruzar el río. Hacemos parada en Loreley, visitando primero un pequeño museo interactivo que proyecta una película en 3D con imágenes de la zona. Más tarde, subimos a pie hasta lo alto de la montaña, donde disfrutamos de unas vistas espléndidas del Rhin. Comimos en una terraza panorámica y descubrimos, una vez más, que no abusan de los precios, aunque estén en un entorno privilegiado. Seguimos hasta Heidelberg. Esta ciudad es fantástica. Nuestro hotel estaba situado muy cerca del centro por lo que pudimos ir caminando hasta la Hauptstrasse, la calle peatonal y centro neurálgico de la zona vieja de Heidelberg.

El día siguiente lo dedicamos a conocer esta magnífica ciudad medieval. Subimos en el funicular hasta Königstühl, desde donde se divisa toda la ciudad. Visitamos el castillo, Schloss Heidelberg y dentro del castillo se encuentra un Museo Farmaceútico muy curioso. El ambiente universitario, las bicis, el tranvía, todo en esta ciudad nos gusta. Al otro lado del río NecKar está el "Paseo de los Filósofos", que ofrece unas vistas inmejorables de la ciudad.


Seguimos camino hacia el siguiente destino: Selva Negra, no sin antes "cruzar" la frontera y parar en Estrasburgo, la capital de la Alsacia, hoy francesa.